viernes, 5 de diciembre de 2008

UN PASEO POR EL VATICANO

Aquellos que sentimos profunda devoción por las teorías conspirativas estamos atravesando nuestro cuarto de hora.

Es así como aseguramos a rabiar que el hombre jamás pisó la luna y utilizamos para su justificación la teoría improbable de que, en realidad se trataba de un set de televisión; o canchereamos aseverando que el verdadero Paul McCartney está muerto y el que conocemos es un afortunado músico en desgracia que daba con su ‘fisic du rol’. Disfrutamos ‘saber’ estas cosas y creemos que estamos en este mundo para ir por la vida demostrándole la verdad a la gente. Nos sentimos los evangelistas de la cultura general, los salvadores. Sólo sabemos, que sabemos todo aquello que usted no sabe.
Sin embargo, pocas veces pudimos asistir a nuestro elogio de la locura y de eso se trata: nada de lo que decimos puede ser comprobado. De ahí, el éxito o fracaso de nuestro poder de convencimiento, porque es allí donde accedemos a lo que conocemos más cercano a un triunfo: la masividad. Cuanto más gente lo sepa, mayor grado de veracidad acompañará nuestra teoría y ahí ya no importará si se trata de si un alienígena inventó el break dance o de si las palomas van a conquistar el mundo.
Después de todo, y teniendo en cuenta cuanto puede incrementarse la legitimidad de un rumor con sólo desparramarlo por ahí, grandes edificios teóricos han sido construidos con ladrillos de humo y han resistido los embates de los huracanados vientos de la historia. El más fuerte de ellos es, sin duda, la religión.

Sin embargo, la expansión de las redes de comunicación podrían haber multiplicado las teorías conspirativas y edificado mitos aún más resistentes pero no lo hicieron. Por tanto, la industria del chimento podría estar transitando por su ‘revolución industrial’ aunque todavía no alcanzaría para construir una mentira más indestructible que la religión. Será que en este rubro también se cumple eso de que ‘todo tiempo pasado fue mejor’.

Y como ese empresario conservador empeñado en pasarle la fábrica a su hijo en las mismas condiciones en las que las recibió de manos de su antecesor, la Iglesia Católica no entendió el juego: su página web es moderna, atractiva y completa pero obvió algunos detalles que podría atraer a las nueva generaciones. Hagamos un pequeño análisis.

Comencemos por su nombre. En castellano usted debe ingresar www.vatican.va pero el verdadero nombre del site es “La Santa Sede”. Una buena estrategia de marketing hubiese indicado que la url sea ‘www.lss.va’ o ‘www.lasede.va’. Suena mucho más juvenil.
Otro de los errores es que no incluye una sección de ‘contáctenos’ con la cual se podría haber insinuado que el webmaster es, en realidad, Dios.
El botón más atrayente dice: ‘Archivo secreto del Vaticano’. Sin lugar a dudas, estamos ante la sección que registra mayor número de clicks en las estadísticas del sitio pero el Vaticano lo ha hecho de nuevo. Nos engañó.

Al ingresar encontraremos distintas referencias al condenado archivo pero ni una palabra que justifique su carácter de ‘secreto’. Así, podemos darnos el lujo de realizar una ‘cita virtual’ (Si. Esta gente tiene una obsesión por lo abstracto) al lugar pero de quien fue el primer cura pedófilo o cual es el record de hostias comidas por un religioso, nada. Para colmo la descripción histórica nos avisa, por las dudas: “El patrimonio documental del Archivo Secreto Vaticano suscita gran interés universal” ¡Qué novedad! Esa oración es, sin duda, una broma de su santidad, el webmaster.

De todas formas es menester aclarar que en esta sección si hay una dirección de contacto, justo arriba del horario de atención, el cual es bastante llamativo.
“El Archivo está abierto a los estudiosos desde el 16 de septiembre hasta el 15

de julio (de 8:15 a 13:00) de lunes a sábado”. Lo que me provoca todavía más dudas: ¿Los ‘no estudiosos pueden concurrir desde el 16 de julio al 15 de septiembre? ¿Cuál es el propósito de que no se crucen? Los 15 minutos iniciales, ¿Son los que demora el empleado en subir la persiana? Y, por último, si alguien trabaja un domingo en el Vaticano, ¿Es discriminado por sus compañeros?, ¿Ya no van a invitarlo al asado de fin de año? ¿El sindicato podría incendiarle su auto?, ¿Es un simple hereje o trabaja para la contra? En este último caso, ¿Cuál es la ‘competencia’ del Vaticano? ¿A quién le hacen partido sus empleados? ¿El del archivo, va al banco? En fin. Esta parte de la página tampoco es clara.

Otra curiosidad es el comienzo mismo del site. Uno puede escoger entre 6 idiomas diferentes: Alemán, Inglés, Español, Italiano, Francés y, por último, Portugués. Aunque aclara que el sitio en ese dialecto está ‘en construcción’. Me pregunto: ¿Los brasileños, portugueses, congoleños, angoleños, caboverdianos, guineanos, mozambiqueños y santotomenses recién ahora se enteraron del catolicismo? ¿Será por eso que aparentan ser más alegres? Si es así, ¡Olvídenlo! ¡Sigan como hasta ahora! ¡Con sus religiones divertidas donde sólo sufre una gallina cada tanto o se visten todos de blanco en alguna playa para emborracharse y bailar hasta el amanecer! ¡No intenten sumarse a nosotros! Estoy seguro de que no les contaron que las misas son muy temprano a la mañana o a la hora del vermouth o que en la Navidad hay que esperar hasta las 12 para abrir los regalos, ¡Si! Hay que mirar el arbolito de reojo mientras comemos ensalada rusa y tratar de adivinar que hay adentro de los paquetes según lo que denuncie su silueta. Es tan cruel y tan frustrante. Ojalá, por el bien de toda esa gente, nunca terminen de ‘construir’ esa parte del site.

Otro sitio curioso es uno intitulado: “Carta del Papa a los católicos chinos”. Se trata de algo así como las ‘Bases y Condiciones’ para participar de la Iglesia Católica; una especie de síntesis eclesiástica para que los tipos sepan ‘mas o menos’ en quien hay que creer, a quien hay que tenerle bronca y que timbre hay que tocar. En otras palabras: un resumen lerú de la Biblia.
Me
pregunto por qué los chinos leen sólo esta parte y resto de los países tuvimos que leer viejo testamento, nuevo testamento y todos los suplementos coleccionables de los diarios. Me respondo pensando que ellos están desde hace mucho antes y deben saber cosas que no conocemos. Y que, tal vez, ni la Iglesia se haya enterado.
Antes de irme me di una vuelta por “Pompeya 2008”. Encontré fotos de multitudes emocionadas ante un gran escenario que vibraba por la presencia de una persona que, micrófono en mano, deleitaba al gentío. Era el Papa y me pareció curioso que el registro de patentes de la ciudad Pompeya haya reservado un nombre tan marquetinero para un evento que (por lo menos en teoría) no necesita publicidad.

Si llegaran a organizar el Juego Olímpico de 2016, ¿Cómo le van a poner?, ¿“Visita pastoral 2016”?

En fin, no encontré nada interesante, salvo el detalle de que para salir de la página hay que pinchar en una cruz blanca, lo que me pareció muy original…

 

R.